lunes, 14 de mayo de 2018

destinos turísticos para realizar un hermoso viaje



Porque el viaje es libertad… así sin más explicaciones… Una sensación que deja de serlo para transformase en libertad real a cada kilómetro que recorres.

Porque el viaje es aventura. La aventura más apasionante, la que más descarga de adrenalina provoca, la que más engancha hasta llegar a convertirse en vicio, incluso en enfermedad. Pero también el viaje es alegría, un estado de bienestar que cura, se convierte en la mejor medicina posible. Ironías tiene el viaje que es enfermedad y medicina a la vez.
El viaje es vida con letra mayúsculas, el sinónimo más claro de vivir. Y como vivir conlleva otras muchas acciones, es fácil entender que el viaje es movimiento, aún parado estás avanzando porque éste es un trayecto continuo, una evolución interior que te impulsa a avanzar… el destino es lo de menos. El viaje es experimentar, lanzarse a por cosas nuevas, jugar con lo que te encuentras,  probar sensaciones desconocidas.
Porque el viaje es soñar… Es un inmenso generador de sueños que nunca cesa, una maquina perfecta de dibujar deseos para luego hacerlos realidad, da igual del tamaño que sean, más ambiciosos o más modestos. A veces incluso con solo cerrar los ojos se activa el resorte.
El viaje es puro placer. Para la gran mayoría es un placer en todos los sentidos de la palabra, algo así como el chocolate que  comes medio a escondidas antes de irte a dormir o ese orgasmo que te deja en una deliciosa duermevela a la hora de la siesta. Hasta ahí todos estamos de acuerdo, pero hubo quien hiló muy fino al afirmar que el viaje es una necesidad; no una opción, sino una necesidad. Al menos, así lo sentimos unos cuantos descarriados que precisamos del viaje como alimento.
Porque el viaje es pasión pura y dura, pasión arrebatadora que se incrementa con cada paisaje, que se cultiva durante meses antes de partir y que te impulsa a preparar sin descanso el siguiente destino.
El viaje es aprender. Cuantos más lugares conozco, más claro me queda que el viaje es la mejor escuela, es un gran libro de texto lleno de ejercicios prácticos para graduarte en la licenciatura de la vida. Cada persona que conoces por el camino, cada escena que observas en otro país, cada problema que solucionas te aportan valiosos conocimientos difíciles de adquirir en ninguna universidad.
Y el viaje es humildad, la humildad que has de tener para acercarte a las gentes que te encontrarás, la misma con la que te recibirán quienes menos tienen pero más te ofrecen. No te olvides nunca de meter la humildad en la maleta porque hará que sientas el viaje de un modo mucho más especial.
El viaje es magia… ese prestidigitador perfecto capaz
El viaje es descubrir, es la curiosidad  de atisbar nuevos horizontes, culturas desconocidas, personas increíbles, sensaciones vírgenes;  un descubrimiento continuo que te va sorprendiendo allá donde poses la mirada, pero también un descubrimiento interior porque el viaje te revela un nuevo tú que quizás antes no conocías. de sacar un conejo de la chistera más impensable, un instante mágico en el lugar más improbable.
El viaje está hecho de sonrisas, de la tuya propia que te asalta en cuanto cierras la mochila pero aún más de las sonrisas ajenas que te cruzas durante el trayecto, la de ese niño con el que juegas al futbol en medio de la selva, la del grupo de adolescentes que se hacen fotos contigo en una aldea vietnamita, la risa contagiosa de tus compañeros tras un chiste absurdo con vistas al mar…
Hubo alguien que dijo que el viaje es un reto y me apresuré a apuntar la palabra. Sí efectivamente es un gran reto  o un reto pequeño pero, en cualquier caso, supone un motivador ejercicio de superación.
El viaje es sentir, es un delicioso coctel de sensaciones, de olores, sonidos, sabores, texturas, abrazos, unos dedos rozando la seda de un sari, un perro ladrando bajo la lluvia en Myanmar, unos pies descalzos en la arena de cualquier playa, unos rayos de sol acariciando unas mejillas demasiado cansadas en Filipinas, un escalofrío mientras cae un trozo de glaciar en Alaska, unos rugidos nocturnos haciéndose dueños de la noche en Namibia, el picante del sushi en Japón… Todo eso se siente y se recuerda después porque el viaje es recuerdo, un particular tapiz tejido con instantes inolvidables.
Sin duda,el viaje es explorar con o sin brújula, con o sin rumbo, con o sin mapa.Como no afirmar una y otra vez, a voz en grito, que el viaje es felicidad, más concretamente provoca la felicidad. No hacen falta aquí más explicaciones, ¿cierto?
Pero también el viaje es tolerancia, es respeto por las diferencias, es comprender que lo desconocido es igual de válido, que la cultura opuesta a la tuya merece tu admiración o, al menos, tu atención. Recorrer el mundo fomenta esa tolerancia, despierta tu solidaridad, siempre suma, nunca resta.
El viaje es emoción contenida o desboHay quien sí fue capaz de definir el viaje con una sola palabra: desaparecer. Porque a veces esfumarse es la más interesante de las travesías, porque a veces es necesario volverse invisible para hacerte visible ante ti mismo.
Cierto es también que el viaje es cambio  porque nunca se vuelve a casa igual que te marchaste, siempre ha habido un cambio, una evolución, una mejora, una camiseta que ya no está en el cajón de siempre, una enseñanza nueva que te has traído asimilad ardante, emoción tímida que no quiere ser descubierta y se esconde tras un suspiro, emoción incontrolable que se desata en lágrimas porque el viaje nunca te dejará indiferente.
Y mi palabra, mi combinación de letras particular para definir el viaje la tengo cada vez más clara porque el viaje es ilusión. Esa ilusión que se convierte en leit motiv de vida, que te sigue provocando cosquillas en el estómago cuando piensas en un nuevo país, que te hace mantener vivo el niño que vive aún agazapado en tu interior y que se despierta cada vez que miras un mapa.Las palabras tomaron vida propia y se fueron adueñando del mapa mundi gigante que preside mi salón. Desde luego, no podían encontrar un lugar mejor. Así  se dibujo este mapa que define el viaje con vuestras palabras, con las que vosotros me habéis regalado. Muchas gracias a todos los que habéis colaborado a dibujar esta geografía semántica del viaje.







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