La familia es el primer núcleo social y el que más impronta deja en la persona. Es dentro de la familia donde el ser humano alcanza la plenitud personal, que consiste en tener la capacidad de pensar (inteligencia), la capacidad de actuar (voluntad), la capacidad de decidir (libertad) y la capacidad de darse (amar). San Juan Pablo II (1980) señala que:
El hombre no tiene otro camino hacia la humanidad más que a través de la familia. Y la familia debe ser puesta como el fundamento mismo de toda solicitud para el bien del hombre y de todo esfuerzo para que nuestro mundo humano sea cada vez más humano”. De esta manera, la familia está llamada a ser una comunidad de vida y amor.
Ser amado y poder amar son necesidades primordiales de todo ser humano. Con esto se ve la importancia de los padres como agentes socializadores y propiciadores de estas necesidades en los infantes. En la familia se aprenden normas de convivencia y se construyen vínculos afectivos entre cada uno de sus miembros. Este proceso de socialización comienza desde el momento del embarazo y continúa en la infancia, la adolescencia y la juventud, es decir, en la mayor parte de su ciclo vital. Y es con esto que se comprende que el amor de los dos padres es indispensable para el desarrollo físico espiritual, social y emocional de los hijos. A partir de esta premisa, es deber de los padres amar incondicionalmente a los hijos, es decir, amarlos con sus capacidades y limitaciones. La presencia segura y el amor de las primeras figuras de afecto producen un impacto significativo en la vida actual y futura de los niños.
De ahí la importancia del hogar se usa para designar a un lugar donde un individuo o grupo habita, creando en ellos la sensación de seguridad y calma. En esta sensación se diferencia del concepto de casa, que sencillamente se refiere a la vivienda física. La palabra hogar proviene del lugar donde se encendía el fuego, a cuyo alrededor se reunía la familia para calentarse y alimentarse. Se aplica también a todas aquellas instituciones residenciales que buscan crear un ambiente hogareño, por ejemplo: hogares de retiros, hogares de crianza, etc.
La geografía de donde vivimos forma nuestra forma de SER y no hace ser persona integras y feliz ya que nos permite compartir con otras personas.
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