Los grupos indígenas que habitaron la región del Pacífico de Nicaragua, provenían del Norte particularmente del Valle de México, y llegaron al actual territorio producto de las migraciones que se produjeron hacia el istmo centroamericano entre los siglos VIII al XV.
Estos movimientos fueron originados por los cambios
sociopolíticos que se dieron en la Meseta del Anahuac (Centro de México) entre
los siglos VII y XII, después del desvanecimiento de Teotihuacán y la caída de
Tula en el centro de México, lo que provocó la migración masiva de tribus
enteras hacia el sur.
Al arribo de los españoles, tres grupos de origen mesoamericano
habitaban la franja del Pacífico de Nicaragua; los Chorotegas llegados en el
siglo VIII habitaban la mayor parte del Pacífico de Nicaragua, el noroeste de
Costa Rica, así como la provincia de Choluteca en Honduras. Los nahuas, que
llegaron en los siglos XII y XIII, se asentaron en las regiones más al sur y
más al norte de la región del Pacífico; por último, los Maribios o Sutiabas
llegaron en el siglo XI y se asentaron en León, vecinos de los grupos nahuas
del norte.
Migración mesoamericana
Los Chorotegas son el primer grupo que llega del norte en
el siglo VIII, de ahí que el cronista Oviedo se refería a ellos como “los
señores más antiguos, gente natural de aquellas partes”, al ser la migración
masiva más temprana en términos temporales.
Su primera ubicación geográfica fue el istmo de Rivas.
Surge entonces la siguiente interrogante: ¿Quiénes habitaban o a quienes
desplazaron los Chorotegas del istmo de Rivas? No está completamente
esclarecido sobre que grupos estaban asentados en el Pacífico de Nicaragua
antes de la llegada de las migraciones mesoamericanas.
Existen dos criterios sobre los grupos que fueron
desplazados por éstos: unos sugieren que eran grupos chontal-matagalpa y otros que
el istmo de Rivas estaba habitado por grupos de origen sureño, llamados
Caribisis. Muy probablemente fueron obligados a emigrar hacia el centro u
oriente de Nicaragua, y de ahí que se les vincule a esos grupos.
Según Eduardo Arellano, los Chorotegas provienen de
Cholula (Centro de México), de este lugar fueron desplazados por los Olmecas
huyendo a Soconusco en el sur de Chiapas, (por eso se les llama o se les
relaciona con los chiapanecos), y de ahí migraron aún más al sur, llegando en
el año 800 d.C., al actual territorio nicaragüense.
Siglos más tarde, los Chorotegas fueron desplazados y dispersados
por los nahuas en el siglo XII en tres grupos: uno ubicado en la parte
occidental del Lago de Managua conocido como Nagrandanos, otro grupo en lo que
hoy es Masaya y los de la Meseta de los Pueblos, llamados Dirianes o Mangues, y
un tercero en la parte sur, junto al Golfo de Nicoya llamados Orotinas.
Luego del grupo chorotega, la siguiente migración norteña
o de origen mesoamericano que pobló nuestro territorio fue el grupo Sutiaba o
Maribios en siglo el XI aproximadamente.
Un tercer grupo proveniente de México, fueron los nahuas,
en los que podemos distinguir tres etapas. Los primeros llegaron a Nicaragua
aproximadamente a mediados o a finales del Siglo XII d.C., migraron de una
patria llamada Ticomega y Maguatega que corresponden a dos pueblos de Cholula,
México llamados Ticomán y Maguatega. Poseen filiación teotihuacana, e
influenciados por la cultura del Tajín. Estos se posesionaron del istmo de
Rivas, desplazando a los chorotegas.
Paralelamente se produjo otra migración de origen nahua, iniciada
a raíz de la caída de Tula en México, vinculada a los grupos Toltecas y
Chichimecas. Estos se posesionaron cercanos a las tierras del Golfo de Fonseca
(en el extremo norte del Pacífico de Nicaragua) aproximadamente en el año 1200
d.C. Fueron conocidos como el grupo nahátlatos o intérpretes, pues hablaban el
nahuátl, es decir la lengua moderna de los nahuas. Habitaron la actual zona de
El Viejo y dispersos en el actual departamento de Chinandega.
Una tercera migración de grupos nahuas, se produjo en el
siglo XV, aproximadamente 50 ó 100 años antes de la llegada de los españoles.
Eran los grupos mexicas o aztecas- pochtecas. Utilizaron el territorio
nicaragüense como tránsito comercial, no hay indicios de asentamiento fijo que
haga referencia a estos grupos.
La Organización Política
En Nicaragua habían dos tipos de gobierno: la de los grupos
Nicaraos que estaban gobernados por Caciques, quienes concentraban en su
persona todo el poder. Los Chorotegas por su parte contaban con caciques o
señores principales en cada pueblo a quienes llamaban Teyte, perosobre estos
estaba una autoridad superior constituida por el
Consejo de Ancianos o Monéxico, que eran escogidos por votos
y se reunían para deliberar y pasar sus decisiones a los caciques de cada
pueblo.
De ahí que se afirme que la sociedad Chorotega era de
carácter más democrático que la de los Nahuas en términos políticos. Un ejemplo
de esta forma de gobierno, se evidencia en el Volcán Masaya, cuando los
caciques de los alrededores iban a ese lugar a hacer sus reuniones:
Los Chorotegas reconocían en el cacique al Señor
principal como figura político-administrativa de algún pueblo, pero a la vez
limitado en sus funciones por la presencia del monéxico.
En cada pueblo, el cacique no tenía más sirvientes que la
gente que él tenía en su casa, y no mandaba más que en las cosas de la guerra o
bien del pueblo, pero aún para esto, había de ser primero acordado en el
Consejo de Ancianos, y luego se bajaban las orientaciones a los jefes de cada
pueblo. En el caso de los grupos nahuas era lo contrario.
La estratificación social
Tal como se mencionó antes, era en las sociedades
chorotegas donde había una mayor apertura a la participación política, y el
poder no estaba concentrado de forma absoluta en la persona del cacique.
En estos grupos, tenemos en primer lugar a la nobleza
compuesta por el Monéxico integrado por el Consejo de Ancianos, éstos eran
elegidos por votos, los que a su vez elegían a los caciques de cada pueblo para
que este llevara a la práctica lo concerniente a ejecutar una guerra o otras
necesidades del pueblo, podían también cambiarlo y elegir a otro, si el que
estaba en funciones no era proveniente del mismo poblado.
Seguían luego los Capitanes Principales, que eran
probablemente los caciques menores que mandaban en las poblaciones dentro de
las unidades de vasta extensión territorial y con gran número de indígenas.
En tercer lugar, estaban los sacerdotes, que aparte de
cumplir con sus funciones de aliviar los males del alma entre la población
indígena, servían de vínculo comunicador entre los dioses y las peticiones de
la población misma.
En cuarto lugar se encontraban los Capitanes de Guerra,
que eran escogidos entre la población y que se habían destacado por su
actuación en los combates. Eran nombrados y eliminados a conveniencia del
Monéxico.
En quinto puesto, están los Oficiales de Mercado, también
nombrados por el Monéxico. Su labor consistía en vigilar y evitar inconvenientes
en las relaciones comerciales efectuadas en los tiangues.
En sexto lugar los orfebres, dedicados a labrar el oro,
desde su fundición hasta la elaboración de pequeñas láminas o barras, las que
después eran forjadas a gusto de los poseedores del metal.
Seguía después el gran conglomerado de la población
compuesto por guerreros, vendedores del mercado, agricultores, cazadores, pescadores,
artesanos, mendigos, entre otras/os.
Por último, al final de la escala social, estaban los
esclavos y prisioneros de guerra. A la esclavitud se llegaba por pago de un
delito, deuda, pobreza extrema, por venta de uno mismo o por ser prisionero de
guerra. Los segundos prisioneros de guerra, eran propiedad exclusiva de los
dioses; todo prisionero debía ser entregado para el sacrificio y no podía ser
vendido. Tal como se mencionó antes, las guerras en su mayoría se realizaban
para conseguir prisioneros y ofrecerlos a los dioses, pocas veces se llevaban a
cabo para arreglar alguna disputa territorial.
La posesión de la tierra, la agricultura y otros medio de
subsistencia
Como es sabido, la agricultura era el principal soporte
de la economía indígena, en ella se basaba la subsistencia de la comunidad y
las relaciones sociales que de la misma surgían, es decir, el comercio.
La posesión de la tierra no era individual, sino de carácter
colectivo (familiar), por lo que este núcleo la administraba y obtenía
usufructo de la misma. El jefe de familia traspasaba la posesión de la tierra
al hijo que se casaba, definiendo la organización social, por medio de una
herencia territorial.
Era prohibido vender la porción de tierra que se poseía,
el que cambiaba su domicilio, dejaba su propiedad al pariente más cercano, y en
caso de muerte heredaba a sus hijos, y estos últimos sino estaban listos para
administrar sus vidas y bienes, pasaban en su conjunto a personas de la
comunidad a quienes encomendaban sus hijos y bienes, para que velaran por ellos
y no perecieran alguna necesidad. Casi toda la actividad económica dependía de
la tierra, de la cual extraían los principales productos para su alimentación y
el excedente necesario que se utilizaba para el comercio.
A pesar de no conocer el hierro, las técnicas agrícolas
eran bastante avanzadas. Los principales cultivos eran el maíz, el cual
representaba el sustento mayor en sus hábitos alimenticios, seguían los
frijoles, el cacao, el algodón y una gran variedad de frutas como el caimito,
mamey, guayaba, pitahaya, el aguacate, el mango, el níspero, y otros que
crecían de manera silvestre como el jícaro y cuyo fruto era utilizado en la
elaboración de guacales.
Dentro de la dieta alimenticia, estaba el consumo de
animales como los venados y conejos, los que se comían cocidos y asados; así
mismo iguanas y tigres estos últimos muy comunes en los cerros. Eran
conocedores de técnicas de maduración artificial, frutas como el mango y el
aguacate eran maduradas a través de este proceso que hoy se conoce como
“enguacar”, poniéndolas sobre un poco de hierba o paja seca.
La artesanía
Los indígenas eran excelentes artistas, la mayoría de
objetos elaborados lo hacían manualmente, tenían como materia prima productos
agrícolas, vegetales y residuos de animales cazados entre ellos el venado.
Elaboraban peines de púa de huesos de venado y otros
artefactos hechos de huesos de pescado.
Al igual que hoy, en algún rincón de Nicaragua se hace
uso del guacal, éste era antes de uso generalizado. Señala el cronista de
Oviedo que de la fruta del jícaro o guacal los indígenas hacían tazas y otras
vasijas, para beber y otros servicios. Las vasos eran adornados con asas de oro
y eran tan elegantes que se podía dar de beber en dichos guacales a cualquier
rey poderoso.
La mayoría de la vestimenta era elaborada a base de
algodón, aunque también se utilizaban las pieles de animales.
Hay tejidos de algodón cuya existencia hoy perviven; por
ejemplo, las hamacas y están presentes en todo el recorrer histórico de Masaya:
“Son estas hamacas unas camas que usan en esta partes los indios y aun muchos
españoles en las tierras calientes especial cuando caminan, comúnmente las
hacen de red de cáñamo de la granja, aunque algunas son de manta de algodón, todas
son largas y anchas, unas más que otras, y por las dos puntas del largo se
recogen con una lazada ó agujero en que atan una cuerda en la punta y en la
otra, y de estas las cuerda las cuelgan en dos pilares o de dos árboles y queda
la hamaca en el aire y allí se duermen”.
El comercio y las relaciones de trabajo
Se llevaba a cabo está actividad en los tiangues llamados
mercados en la actualidad ubicados en las plazas de los poblados donde llegaban
las indias con sus productos y mercaderías para llevar acabo sus relaciones
económicas. El mecanismo de intercambio se efectuaba en dos formas: la compra-venta
de algún producto para lo cual usaban como moneda el cacao y el trueque o
intercambio de bienes propiamente dicho.
Efectuaban comercio de todo tipo de cosas, desde excedente
de frutos hasta artefactos cerámicos y artesanales.
En las plazas o tiangues, sólo se admitían los de la misma
lengua -chorotegas o nahuas, si iban otros era en calidad de esclavos para que
quien los comprara se sirviera de ellos. Al padre de familia le era lícito vender
a los hijos y cada uno a sí mismos para pagar deudas propias.
El comercio y las plazas comerciales estaban en manos de
las mujeres sólo ellas podían asistir al tiangue. Los únicos hombres permitidos
eran aquellos provenientes de otros pueblos pero que hablaban la misma lengua,
los jóvenes que no habían tenido mujer y los oficiales de mercado destinados al
cuido de los intercambios a lo interno de esto. Estos últimos eran nombrados
por el Monéxico cuyas funciones eran no consentir anomalías dentro de las
plazas tales como, el uso de la fuerza, las malas medidas entre los que vendían
o hacían trueque de sus productos y castigar sin remisión alguna a los transgresores
de sus ordenanzas y costumbres como pueblo.
Así como hemos dicho, las mujeres estaban a cargo de las ferias y mercados, también se dedicaban a tejer y al suministro de agua para el consumo de las casas. Los hombres por su parte, estaban a cargo de proveer para el hogar; la labor del campo, la agricultura, la caza y la pesca. Antes de que el hombre abandonará la casa para realizar estas actividades debía dejar barrida la casa y encendido el fuego.
La cultura indígena
En cuanto, a los elementos o patrones culturales, la
religión era la que aglutinaba todas las prácticas que conformaban el conjunto
de símbolos que identificaban a los indígenas como colectivo.
De las fuentes que disponemos -Crónicas-, se hace muy
difícil distinguir aquellos patrones culturales que son propios de determinado
grupo étnico, antes bien se habla de las deidades dando a entender que eran
adoradas por todos los indígenas del pacífico de Nicaragua, lo cual es muy
posible debido a que todos ellos migraron desde México en distintos momentos y
posiblemente el venir de un mismo tronco cultural sea la causa de sus
similitudes respecto a divinidades.
Los dioses principales eran Tamagastad y Cipatoval. De
todos los caciques entrevistados por los cronistas a principios de la
colonización, sólo uno varió la cantidad de las divinidades principales
agregando además de los ya citados a Oxomogo, Calchitguegue y Chicoagat.
Entre otros dioses estaban Quiateot, dios de la lluvia;
Mixcoa, dios del comercio; Bisteot, dios del hambre; Hecat Chiquinaut, dios del
aire; Toste y Macat, dioses de los conejos y de los venados, dioses de la caza;
Mictantecot, señor de los infiernos. También tenían dioses del cacao, maíz,
algodón y agua. A ellos debían toda su existencia, sus cultivos, los alimentos,
el trabajo, la caza, la lluvia y todo cuanto poseían. Cuando algo de esto
escaseaba daban a sus dioses ofrendas materiales y humanas.
Las personas que se sacrificaban eran en primer lugar
prisioneros de guerra. En la mayoría de los casos los conflictos bélicos se
llevaban a cabo solamente para obtener prisioneros y ofrecerlos a los dioses en
sacrificio; luego están aquellos que desde su nacimiento han sido seleccionados
para en un futuro ser inmolados a los dioses. Estos eran preparados mentalmente
hasta entender que su misión en la vida era ser ofrecidos a los dioses, para lo
cual eran alimentados y tratados como personas principales en los pueblos.
Seguían en el orden las personas compradas en los
tiangues. Recuérdese que era lícito al padre vender a los hijos, asimismo, a
cada quien venderse para pagar deudas, aun sabiendo que el comprador podía
hacer con ellos lo que quisiera, incluso ofrecerlos en sacrificio.
Las ofrendas materiales (platos y cántaros con manjares) y
humanas eran ofrecidas en lugares de uso especializado para tales actividades.
Para el caso de Masaya, Nindirí y los pueblos de los alrededores, el lugar
propicio era el Volcán Masaya, llamado por los indígenas Popocatepetl. En el
Volcán, confluían elementos religiosos y políticos. Estos últimos determinaban
la realización de los primeros. En el Volcán iban los indígenas a adorar a uno
y a varios dioses a la vez. Los indígenas tenían una sola forma de manifestarse,
pero que en la práctica realizaba las funciones y recibía las atenciones de
varios dioses.
Recibía la diosa del Volcán ofrendas no humanas como elegantes
platos, escudillas, cántaros y vasijas de fina elaboración, y que los indios
solían llevar allí, aduciendo que era para que la diosa comiera, complacerla y
aplacarla, cuando algún terremoto o recio temporal se producía, porque pensaba
que todo el bien o mal procedía de la voluntad de ella. En cuanto a sacrificios
humanos, lanzaban al volcán a un hombre o dos, algunas mujeres, muchachos y
muchachas según la súplica que hacían.
Dentro de las expresiones religioso-culturales, está la realización
de bailes y juegos afines a los grupos nahuas y chorotegas, incluida Masaya en
los últimos. Eran estos ritos de origen mexicano, al igual que los pobladores
de la franja del Pacífico de Nicaragua.
Estos juegos eran, el Comelagatoazte y el del palo
volador, ambos en honor al dios del cacao, aunque también se realizaban cuando
tenían algunas otra festividad, como, la victoria en una guerra, la recolección
de cosechas de productos principales, días festivos y funerales de algún
personaje.
Grupos indígenas del Centro y Atlántico
Se tiene por consenso entre los historiadores, que la
gran familia a la que pertenecen los indígenas de la región Central de
Nicaragua, es la Chontal-Matagalpa; aunque ha habido quienes han pretendido
dividir a estos antiguos pobladores de la región en Matagalpa y Chontales, pero
no existen evidencias arqueológicas ni lingüísticas que justifiquen tal división,
por eso el nombre es Chontal-Matagalpa.
Su origen y arribo a Nicaragua es incierto, y se les
vincula a grupos provenientes del norte y sur del continente. Se considera que
los Chontales poblaban el istmo de Rivas y fueron desplazados hacia el centro
de Nicaragua por los Chorotegas en el siglo VIII. Para el investigador Jaime
Incer Barquero, los verdaderos Chontales, los que esculpieron la estilizada
estatuaria ubicada hoy en museo de Juigalpa y habitaron en las estribaciones de
la Sierra de Amerrisque, fueron sin duda la tribu más antigua que ocupó el
territorio nicaragüense en toda su extensión, con posible filiación de grupos
Mayas o Lenca de origen norteño.
Sobre estos grupos y los del Atlántico, hay una espesa
nube de incertidumbres, pues las inexistencias de fuentes o restos
arqueológicos impiden un estudio profundo de los mismos.
Algunos etnólogos establecen que los Matagalpa, ubicados
en la región noroeste estaban emparentados con los Sumos y Misquitos hasta el
grado de integrar una sola familia bautizada con el nombre de Misumalpan
(Misquitos-Sumos-Matagalpa), los cuales son de origen sureño.
Otros sostienen, que su lengua tenía más relación con el
Lenca del centro y sur de Honduras, el Ulúa de la misma zona y la Cacaotera y
Potón del oriente de El Salvador. Es decir, que no se ha establecido con
claridad si estos grupos eran de origen norteño o sureño. Sin embargo, los
Chontal-Matagalpa, debieron alcanzar un nivel cultural similar a los grupos
indígenas del Pacífico, pues los montículos funerarios, los trabajos en oro y
las estatuas de piedra descubiertas en el actual departamento de Chontales
conservadas en el Museo de Juigalpa lo indican suficientemente.
Respecto a los grupos indígenas que habitaban la Costa
Caribe de Nicaragua, hemos de decir en primera instancia, que el estudio de los
mismos se basa en las pocas excavaciones arqueológicas, algunos estudios
lingüísticos comparativos y alguna que otra fuente escrita. Los principales
estudiosos de estos grupos coinciden que ante la falta de fuentes documentales,
la lingüística es la principal herramienta, arrojando como resultados hipótesis
solamente. Había una diversidad de lenguas y gran dispersión de grupos asentados
en casi todos los ríos.
Los Yuskos o Yoskos vivieron en el río Yaoska, hoy límite
entre Matagalpa y las regiones autónomas; los Twahka entre los ríos Patuca y
Coco en Honduras, los Panamaka en el río Coco, los Bawihka o Tawira entre los
ríos Coco, Wawa al sur de Puerto Cabezas y Bamabana; los Prinsu en el río
Prinzapolka, los Ulúas o Ulwas en los ríos Grande, Escondido, Siquia, Mico y
Rama, incluyendo parte de lo que hoy es Chontales, los Kukra en la Bahía de
Bluefields, Laguna de Perlas y Corn Island.
Respecto a los miskitos, sus orígenes están en los grupos
Bawihkas o Tawiras ubicados entre los ríos ya señalados. Según la historia, una
nave de comercio portuguesa naufragó en los Cayos miskitos al sur de Cabo
Gracias a Dios. Los esclavos negros fueron capturados por los Tawiras de ese
lugar, iniciando un proceso de mestizaje, dando como resultado una cultura
enriquecida pero, predominando la del pueblo Tawira. Estudiosos, señalan que la
fisonomía, color de piel y la historia indican una contribución genética notable
de África entre los miskitos.
Los términos miskito y sumo no existieron siempre,
surgieron problablemente durante el contacto de éstos grupos con los europeos.
Según se cree, algunos de estos grupos están emparentados con la familia
Misumalpan, y otros como los Ramas que descienden directamente de los grupos
Chibchas, asentados en Colombia y Venezuela.
Los españoles del siglo XVI, denominaban Caribes, Chatos
o Albatuinas a los grupos Sumos, al igual que utilizaban los nombres chontal o
chondal, palabra mexicana que significa extranjero, forastero y que fueron aplicadas
por los nahuas a cualquier tribu primitiva.
Respecto a los sumos, los estudiosos concluyen que ese
nombre lo utilizaban los miskitos para indicar o referirse a los otros grupos
de la familia Ulúa, es decir que Sumos y Ulúas hacen referencia a los mismos
grupos indígenas. En la actualidad, estos grupos han rescatado para sí, el
título de pueblos Mayagnas. Recientes estudios antropológicos y etnológicos,
refieren que de las diez tribus del grupo étnico sumo, solamente tres existen en
la actualidad. Estas son: Ulwa, Panamaka y Twahka.
Pese a las diferencias históricas entre Miskitos y Sumos,
ambos han reconocido en su mitología el origen común de ambos grupos. Según la leyenda
recopilada a principios del siglo XX, ambas culturas habían nacido a orillas
del Río Patuka, no muy lejos de la confluencia del Wampú, donde emergía una
roca con el símbolo de un cordón umbilical que señalaba el lugar de nacimiento
del Gran Padre (Maisahana) y de la Gran Madre (Itwana), progenitores de todos
los sumos y miskitos.
Respecto a los Ramas, hasta ahora no ha habido indicaciones
que sugieran cuando estos grupos indígenas llegaron a Nicaragua, más bien
existe coincidencia entre los historiadores y otros especialistas en aceptar la
posibilidad de la presencia de los Ramas antes de la venida de los Ulwas. Lo
que se puede considerar con certeza de acuerdo a la información disponible es
que ellos vivieron en el sureste de Nicaragua y noreste de Costa Rica.
Ante la falta de evidencias históricas que nos remitan al
pasado lejano de los ramas, los análisis linguísticos de la lengua de estos
grupos indígenas, han permitido establecer que pertenecían directamente al tronco
Chibcha. Se les asocia a los Chibchas de Costa Rica, específicamente con los
grupos Talamanca, los Guatusos y los Votos de ese país.
La base socioeconómica de los indígenas que poblaban la
Costa Caribe de Nicaragua, era la caza, la pesca y la recolección de frutos,
sin descartar la práctica de la agricultura que era primitiva específicamente
de tubérculos.
La unidad básica de la sociedad era la familia,
entendiéndose como una asociación de matrimonios, unidos por lazos sanguíneos.
La sociedad era prácticamente igualitaria, no tenían estructura social compleja
para gobernarse.
Un personaje de particular importancia era el sukia, a
quien se le atribuían poderes especiales, tales como curación de enfermos,
expulsión de los malos espíritus, predicción de algunas eventualidades como
huracanes y del éxito o fracaso de alguna expedición. No tenían una religión
organizada con dogmas y ritos, pero si creencias sobre el mundo invisible.

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