domingo, 20 de septiembre de 2020

Sociedades Precoloniales del Pacífico de Nicaragua

 Los grupos indígenas que habitaron la región del Pacífico de Nicaragua, provenían del Norte particularmente del Valle de México, y llegaron al actual territorio producto de las migraciones que se produjeron hacia el istmo centroamericano entre los siglos VIII al XV.

Estos movimientos fueron originados por los cambios sociopolíticos que se dieron en la Meseta del Anahuac (Centro de México) entre los siglos VII y XII, después del desvanecimiento de Teotihuacán y la caída de Tula en el centro de México, lo que provocó la migración masiva de tribus enteras hacia el sur.

Al arribo de los españoles, tres grupos de origen mesoamericano habitaban la franja del Pacífico de Nicaragua; los Chorotegas llegados en el siglo VIII habitaban la mayor parte del Pacífico de Nicaragua, el noroeste de Costa Rica, así como la provincia de Choluteca en Honduras. Los nahuas, que llegaron en los siglos XII y XIII, se asentaron en las regiones más al sur y más al norte de la región del Pacífico; por último, los Maribios o Sutiabas llegaron en el siglo XI y se asentaron en León, vecinos de los grupos nahuas del norte.

Migración mesoamericana

Los Chorotegas son el primer grupo que llega del norte en el siglo VIII, de ahí que el cronista Oviedo se refería a ellos como “los señores más antiguos, gente natural de aquellas partes”, al ser la migración masiva más temprana en términos temporales.

Su primera ubicación geográfica fue el istmo de Rivas. Surge entonces la siguiente interrogante: ¿Quiénes habitaban o a quienes desplazaron los Chorotegas del istmo de Rivas? No está completamente esclarecido sobre que grupos estaban asentados en el Pacífico de Nicaragua antes de la llegada de las migraciones mesoamericanas.

Existen dos criterios sobre los grupos que fueron desplazados por éstos: unos sugieren que eran grupos chontal-matagalpa y otros que el istmo de Rivas estaba habitado por grupos de origen sureño, llamados Caribisis. Muy probablemente fueron obligados a emigrar hacia el centro u oriente de Nicaragua, y de ahí que se les vincule a esos grupos.

Según Eduardo Arellano, los Chorotegas provienen de Cholula (Centro de México), de este lugar fueron desplazados por los Olmecas huyendo a Soconusco en el sur de Chiapas, (por eso se les llama o se les relaciona con los chiapanecos), y de ahí migraron aún más al sur, llegando en el año 800 d.C., al actual territorio nicaragüense.

Siglos más tarde, los Chorotegas fueron desplazados y dispersados por los nahuas en el siglo XII en tres grupos: uno ubicado en la parte occidental del Lago de Managua conocido como Nagrandanos, otro grupo en lo que hoy es Masaya y los de la Meseta de los Pueblos, llamados Dirianes o Mangues, y un tercero en la parte sur, junto al Golfo de Nicoya llamados Orotinas.

Luego del grupo chorotega, la siguiente migración norteña o de origen mesoamericano que pobló nuestro territorio fue el grupo Sutiaba o Maribios en siglo el XI aproximadamente.

Un tercer grupo proveniente de México, fueron los nahuas, en los que podemos distinguir tres etapas. Los primeros llegaron a Nicaragua aproximadamente a mediados o a finales del Siglo XII d.C., migraron de una patria llamada Ticomega y Maguatega que corresponden a dos pueblos de Cholula, México llamados Ticomán y Maguatega. Poseen filiación teotihuacana, e influenciados por la cultura del Tajín. Estos se posesionaron del istmo de Rivas, desplazando a los chorotegas.

Paralelamente se produjo otra migración de origen nahua, iniciada a raíz de la caída de Tula en México, vinculada a los grupos Toltecas y Chichimecas. Estos se posesionaron cercanos a las tierras del Golfo de Fonseca (en el extremo norte del Pacífico de Nicaragua) aproximadamente en el año 1200 d.C. Fueron conocidos como el grupo nahátlatos o intérpretes, pues hablaban el nahuátl, es decir la lengua moderna de los nahuas. Habitaron la actual zona de El Viejo y dispersos en el actual departamento de Chinandega.

Una tercera migración de grupos nahuas, se produjo en el siglo XV, aproximadamente 50 ó 100 años antes de la llegada de los españoles. Eran los grupos mexicas o aztecas- pochtecas. Utilizaron el territorio nicaragüense como tránsito comercial, no hay indicios de asentamiento fijo que haga referencia a estos grupos.

La Organización Política

En Nicaragua habían dos tipos de gobierno: la de los grupos Nicaraos que estaban gobernados por Caciques, quienes concentraban en su persona todo el poder. Los Chorotegas por su parte contaban con caciques o señores principales en cada pueblo a quienes llamaban Teyte, perosobre estos estaba una autoridad superior constituida por el

Consejo de Ancianos o Monéxico, que eran escogidos por votos y se reunían para deliberar y pasar sus decisiones a los caciques de cada pueblo.

De ahí que se afirme que la sociedad Chorotega era de carácter más democrático que la de los Nahuas en términos políticos. Un ejemplo de esta forma de gobierno, se evidencia en el Volcán Masaya, cuando los caciques de los alrededores iban a ese lugar a hacer sus reuniones:

Los Chorotegas reconocían en el cacique al Señor principal como figura político-administrativa de algún pueblo, pero a la vez limitado en sus funciones por la presencia del monéxico.

En cada pueblo, el cacique no tenía más sirvientes que la gente que él tenía en su casa, y no mandaba más que en las cosas de la guerra o bien del pueblo, pero aún para esto, había de ser primero acordado en el Consejo de Ancianos, y luego se bajaban las orientaciones a los jefes de cada pueblo. En el caso de los grupos nahuas era lo contrario.

La estratificación social

Tal como se mencionó antes, era en las sociedades chorotegas donde había una mayor apertura a la participación política, y el poder no estaba concentrado de forma absoluta en la persona del cacique.

En estos grupos, tenemos en primer lugar a la nobleza compuesta por el Monéxico integrado por el Consejo de Ancianos, éstos eran elegidos por votos, los que a su vez elegían a los caciques de cada pueblo para que este llevara a la práctica lo concerniente a ejecutar una guerra o otras necesidades del pueblo, podían también cambiarlo y elegir a otro, si el que estaba en funciones no era proveniente del mismo poblado.

Seguían luego los Capitanes Principales, que eran probablemente los caciques menores que mandaban en las poblaciones dentro de las unidades de vasta extensión territorial y con gran número de indígenas.

En tercer lugar, estaban los sacerdotes, que aparte de cumplir con sus funciones de aliviar los males del alma entre la población indígena, servían de vínculo comunicador entre los dioses y las peticiones de la población misma.

En cuarto lugar se encontraban los Capitanes de Guerra, que eran escogidos entre la población y que se habían destacado por su actuación en los combates. Eran nombrados y eliminados a conveniencia del Monéxico.

En quinto puesto, están los Oficiales de Mercado, también nombrados por el Monéxico. Su labor consistía en vigilar y evitar inconvenientes en las relaciones comerciales efectuadas en los tiangues.

En sexto lugar los orfebres, dedicados a labrar el oro, desde su fundición hasta la elaboración de pequeñas láminas o barras, las que después eran forjadas a gusto de los poseedores del metal.

Seguía después el gran conglomerado de la población compuesto por guerreros, vendedores del mercado, agricultores, cazadores, pescadores, artesanos, mendigos, entre otras/os.

Por último, al final de la escala social, estaban los esclavos y prisioneros de guerra. A la esclavitud se llegaba por pago de un delito, deuda, pobreza extrema, por venta de uno mismo o por ser prisionero de guerra. Los segundos prisioneros de guerra, eran propiedad exclusiva de los dioses; todo prisionero debía ser entregado para el sacrificio y no podía ser vendido. Tal como se mencionó antes, las guerras en su mayoría se realizaban para conseguir prisioneros y ofrecerlos a los dioses, pocas veces se llevaban a cabo para arreglar alguna disputa territorial.

La posesión de la tierra, la agricultura y otros medio de subsistencia

Como es sabido, la agricultura era el principal soporte de la economía indígena, en ella se basaba la subsistencia de la comunidad y las relaciones sociales que de la misma surgían, es decir, el comercio.

La posesión de la tierra no era individual, sino de carácter colectivo (familiar), por lo que este núcleo la administraba y obtenía usufructo de la misma. El jefe de familia traspasaba la posesión de la tierra al hijo que se casaba, definiendo la organización social, por medio de una herencia territorial.

Era prohibido vender la porción de tierra que se poseía, el que cambiaba su domicilio, dejaba su propiedad al pariente más cercano, y en caso de muerte heredaba a sus hijos, y estos últimos sino estaban listos para administrar sus vidas y bienes, pasaban en su conjunto a personas de la comunidad a quienes encomendaban sus hijos y bienes, para que velaran por ellos y no perecieran alguna necesidad. Casi toda la actividad económica dependía de la tierra, de la cual extraían los principales productos para su alimentación y el excedente necesario que se utilizaba para el comercio.

A pesar de no conocer el hierro, las técnicas agrícolas eran bastante avanzadas. Los principales cultivos eran el maíz, el cual representaba el sustento mayor en sus hábitos alimenticios, seguían los frijoles, el cacao, el algodón y una gran variedad de frutas como el caimito, mamey, guayaba, pitahaya, el aguacate, el mango, el níspero, y otros que crecían de manera silvestre como el jícaro y cuyo fruto era utilizado en la elaboración de guacales.

Dentro de la dieta alimenticia, estaba el consumo de animales como los venados y conejos, los que se comían cocidos y asados; así mismo iguanas y tigres estos últimos muy comunes en los cerros. Eran conocedores de técnicas de maduración artificial, frutas como el mango y el aguacate eran maduradas a través de este proceso que hoy se conoce como “enguacar”, poniéndolas sobre un poco de hierba o paja seca.

La artesanía

Los indígenas eran excelentes artistas, la mayoría de objetos elaborados lo hacían manualmente, tenían como materia prima productos agrícolas, vegetales y residuos de animales cazados entre ellos el venado.

Elaboraban peines de púa de huesos de venado y otros artefactos hechos de huesos de pescado.

Al igual que hoy, en algún rincón de Nicaragua se hace uso del guacal, éste era antes de uso generalizado. Señala el cronista de Oviedo que de la fruta del jícaro o guacal los indígenas hacían tazas y otras vasijas, para beber y otros servicios. Las vasos eran adornados con asas de oro y eran tan elegantes que se podía dar de beber en dichos guacales a cualquier rey poderoso.

La mayoría de la vestimenta era elaborada a base de algodón, aunque también se utilizaban las pieles de animales.

Hay tejidos de algodón cuya existencia hoy perviven; por ejemplo, las hamacas y están presentes en todo el recorrer histórico de Masaya: “Son estas hamacas unas camas que usan en esta partes los indios y aun muchos españoles en las tierras calientes especial cuando caminan, comúnmente las hacen de red de cáñamo de la granja, aunque algunas son de manta de algodón, todas son largas y anchas, unas más que otras, y por las dos puntas del largo se recogen con una lazada ó agujero en que atan una cuerda en la punta y en la otra, y de estas las cuerda las cuelgan en dos pilares o de dos árboles y queda la hamaca en el aire y allí se duermen”.

El comercio y las relaciones de trabajo

Se llevaba a cabo está actividad en los tiangues llamados mercados en la actualidad ubicados en las plazas de los poblados donde llegaban las indias con sus productos y mercaderías para llevar acabo sus relaciones económicas. El mecanismo de intercambio se efectuaba en dos formas: la compra-venta de algún producto para lo cual usaban como moneda el cacao y el trueque o intercambio de bienes propiamente dicho.

Efectuaban comercio de todo tipo de cosas, desde excedente de frutos hasta artefactos cerámicos y artesanales.

En las plazas o tiangues, sólo se admitían los de la misma lengua -chorotegas o nahuas, si iban otros era en calidad de esclavos para que quien los comprara se sirviera de ellos. Al padre de familia le era lícito vender a los hijos y cada uno a sí mismos para pagar deudas propias.

El comercio y las plazas comerciales estaban en manos de las mujeres sólo ellas podían asistir al tiangue. Los únicos hombres permitidos eran aquellos provenientes de otros pueblos pero que hablaban la misma lengua, los jóvenes que no habían tenido mujer y los oficiales de mercado destinados al cuido de los intercambios a lo interno de esto. Estos últimos eran nombrados por el Monéxico cuyas funciones eran no consentir anomalías dentro de las plazas tales como, el uso de la fuerza, las malas medidas entre los que vendían o hacían trueque de sus productos y castigar sin remisión alguna a los transgresores de sus ordenanzas y costumbres como pueblo.

Así como hemos dicho, las mujeres estaban a cargo de las ferias y mercados, también se dedicaban a tejer y al suministro de agua para el consumo de las casas. Los hombres por su parte, estaban a cargo de proveer para el hogar; la labor del campo, la agricultura, la caza y la pesca. Antes de que el hombre abandonará la casa para realizar estas actividades debía dejar barrida la casa y encendido el fuego.

La cultura indígena

En cuanto, a los elementos o patrones culturales, la religión era la que aglutinaba todas las prácticas que conformaban el conjunto de símbolos que identificaban a los indígenas como colectivo.

De las fuentes que disponemos -Crónicas-, se hace muy difícil distinguir aquellos patrones culturales que son propios de determinado grupo étnico, antes bien se habla de las deidades dando a entender que eran adoradas por todos los indígenas del pacífico de Nicaragua, lo cual es muy posible debido a que todos ellos migraron desde México en distintos momentos y posiblemente el venir de un mismo tronco cultural sea la causa de sus similitudes respecto a divinidades.

Los dioses principales eran Tamagastad y Cipatoval. De todos los caciques entrevistados por los cronistas a principios de la colonización, sólo uno varió la cantidad de las divinidades principales agregando además de los ya citados a Oxomogo, Calchitguegue y Chicoagat.

Entre otros dioses estaban Quiateot, dios de la lluvia; Mixcoa, dios del comercio; Bisteot, dios del hambre; Hecat Chiquinaut, dios del aire; Toste y Macat, dioses de los conejos y de los venados, dioses de la caza; Mictantecot, señor de los infiernos. También tenían dioses del cacao, maíz, algodón y agua. A ellos debían toda su existencia, sus cultivos, los alimentos, el trabajo, la caza, la lluvia y todo cuanto poseían. Cuando algo de esto escaseaba daban a sus dioses ofrendas materiales y humanas.

Las personas que se sacrificaban eran en primer lugar prisioneros de guerra. En la mayoría de los casos los conflictos bélicos se llevaban a cabo solamente para obtener prisioneros y ofrecerlos a los dioses en sacrificio; luego están aquellos que desde su nacimiento han sido seleccionados para en un futuro ser inmolados a los dioses. Estos eran preparados mentalmente hasta entender que su misión en la vida era ser ofrecidos a los dioses, para lo cual eran alimentados y tratados como personas principales en los pueblos.

Seguían en el orden las personas compradas en los tiangues. Recuérdese que era lícito al padre vender a los hijos, asimismo, a cada quien venderse para pagar deudas, aun sabiendo que el comprador podía hacer con ellos lo que quisiera, incluso ofrecerlos en sacrificio.

Las ofrendas materiales (platos y cántaros con manjares) y humanas eran ofrecidas en lugares de uso especializado para tales actividades. Para el caso de Masaya, Nindirí y los pueblos de los alrededores, el lugar propicio era el Volcán Masaya, llamado por los indígenas Popocatepetl. En el Volcán, confluían elementos religiosos y políticos. Estos últimos determinaban la realización de los primeros. En el Volcán iban los indígenas a adorar a uno y a varios dioses a la vez. Los indígenas tenían una sola forma de manifestarse, pero que en la práctica realizaba las funciones y recibía las atenciones de varios dioses.

Recibía la diosa del Volcán ofrendas no humanas como elegantes platos, escudillas, cántaros y vasijas de fina elaboración, y que los indios solían llevar allí, aduciendo que era para que la diosa comiera, complacerla y aplacarla, cuando algún terremoto o recio temporal se producía, porque pensaba que todo el bien o mal procedía de la voluntad de ella. En cuanto a sacrificios humanos, lanzaban al volcán a un hombre o dos, algunas mujeres, muchachos y muchachas según la súplica que hacían.

Dentro de las expresiones religioso-culturales, está la realización de bailes y juegos afines a los grupos nahuas y chorotegas, incluida Masaya en los últimos. Eran estos ritos de origen mexicano, al igual que los pobladores de la franja del Pacífico de Nicaragua.

Estos juegos eran, el Comelagatoazte y el del palo volador, ambos en honor al dios del cacao, aunque también se realizaban cuando tenían algunas otra festividad, como, la victoria en una guerra, la recolección de cosechas de productos principales, días festivos y funerales de algún personaje.

Grupos indígenas del Centro y Atlántico

Se tiene por consenso entre los historiadores, que la gran familia a la que pertenecen los indígenas de la región Central de Nicaragua, es la Chontal-Matagalpa; aunque ha habido quienes han pretendido dividir a estos antiguos pobladores de la región en Matagalpa y Chontales, pero no existen evidencias arqueológicas ni lingüísticas que justifiquen tal división, por eso el nombre es Chontal-Matagalpa.

Su origen y arribo a Nicaragua es incierto, y se les vincula a grupos provenientes del norte y sur del continente. Se considera que los Chontales poblaban el istmo de Rivas y fueron desplazados hacia el centro de Nicaragua por los Chorotegas en el siglo VIII. Para el investigador Jaime Incer Barquero, los verdaderos Chontales, los que esculpieron la estilizada estatuaria ubicada hoy en museo de Juigalpa y habitaron en las estribaciones de la Sierra de Amerrisque, fueron sin duda la tribu más antigua que ocupó el territorio nicaragüense en toda su extensión, con posible filiación de grupos Mayas o Lenca de origen norteño.

Sobre estos grupos y los del Atlántico, hay una espesa nube de incertidumbres, pues las inexistencias de fuentes o restos arqueológicos impiden un estudio profundo de los mismos.

Algunos etnólogos establecen que los Matagalpa, ubicados en la región noroeste estaban emparentados con los Sumos y Misquitos hasta el grado de integrar una sola familia bautizada con el nombre de Misumalpan (Misquitos-Sumos-Matagalpa), los cuales son de origen sureño.

Otros sostienen, que su lengua tenía más relación con el Lenca del centro y sur de Honduras, el Ulúa de la misma zona y la Cacaotera y Potón del oriente de El Salvador. Es decir, que no se ha establecido con claridad si estos grupos eran de origen norteño o sureño. Sin embargo, los Chontal-Matagalpa, debieron alcanzar un nivel cultural similar a los grupos indígenas del Pacífico, pues los montículos funerarios, los trabajos en oro y las estatuas de piedra descubiertas en el actual departamento de Chontales conservadas en el Museo de Juigalpa lo indican suficientemente.

Respecto a los grupos indígenas que habitaban la Costa Caribe de Nicaragua, hemos de decir en primera instancia, que el estudio de los mismos se basa en las pocas excavaciones arqueológicas, algunos estudios lingüísticos comparativos y alguna que otra fuente escrita. Los principales estudiosos de estos grupos coinciden que ante la falta de fuentes documentales, la lingüística es la principal herramienta, arrojando como resultados hipótesis solamente. Había una diversidad de lenguas y gran dispersión de grupos asentados en casi todos los ríos.

Los Yuskos o Yoskos vivieron en el río Yaoska, hoy límite entre Matagalpa y las regiones autónomas; los Twahka entre los ríos Patuca y Coco en Honduras, los Panamaka en el río Coco, los Bawihka o Tawira entre los ríos Coco, Wawa al sur de Puerto Cabezas y Bamabana; los Prinsu en el río Prinzapolka, los Ulúas o Ulwas en los ríos Grande, Escondido, Siquia, Mico y Rama, incluyendo parte de lo que hoy es Chontales, los Kukra en la Bahía de Bluefields, Laguna de Perlas y Corn Island.

Respecto a los miskitos, sus orígenes están en los grupos Bawihkas o Tawiras ubicados entre los ríos ya señalados. Según la historia, una nave de comercio portuguesa naufragó en los Cayos miskitos al sur de Cabo Gracias a Dios. Los esclavos negros fueron capturados por los Tawiras de ese lugar, iniciando un proceso de mestizaje, dando como resultado una cultura enriquecida pero, predominando la del pueblo Tawira. Estudiosos, señalan que la fisonomía, color de piel y la historia indican una contribución genética notable de África entre los miskitos.

Los términos miskito y sumo no existieron siempre, surgieron problablemente durante el contacto de éstos grupos con los europeos. Según se cree, algunos de estos grupos están emparentados con la familia Misumalpan, y otros como los Ramas que descienden directamente de los grupos Chibchas, asentados en Colombia y Venezuela.

Los españoles del siglo XVI, denominaban Caribes, Chatos o Albatuinas a los grupos Sumos, al igual que utilizaban los nombres chontal o chondal, palabra mexicana que significa extranjero, forastero y que fueron aplicadas por los nahuas a cualquier tribu primitiva.

Respecto a los sumos, los estudiosos concluyen que ese nombre lo utilizaban los miskitos para indicar o referirse a los otros grupos de la familia Ulúa, es decir que Sumos y Ulúas hacen referencia a los mismos grupos indígenas. En la actualidad, estos grupos han rescatado para sí, el título de pueblos Mayagnas. Recientes estudios antropológicos y etnológicos, refieren que de las diez tribus del grupo étnico sumo, solamente tres existen en la actualidad. Estas son: Ulwa, Panamaka y Twahka.

Pese a las diferencias históricas entre Miskitos y Sumos, ambos han reconocido en su mitología el origen común de ambos grupos. Según la leyenda recopilada a principios del siglo XX, ambas culturas habían nacido a orillas del Río Patuka, no muy lejos de la confluencia del Wampú, donde emergía una roca con el símbolo de un cordón umbilical que señalaba el lugar de nacimiento del Gran Padre (Maisahana) y de la Gran Madre (Itwana), progenitores de todos los sumos y miskitos.

Respecto a los Ramas, hasta ahora no ha habido indicaciones que sugieran cuando estos grupos indígenas llegaron a Nicaragua, más bien existe coincidencia entre los historiadores y otros especialistas en aceptar la posibilidad de la presencia de los Ramas antes de la venida de los Ulwas. Lo que se puede considerar con certeza de acuerdo a la información disponible es que ellos vivieron en el sureste de Nicaragua y noreste de Costa Rica.

Ante la falta de evidencias históricas que nos remitan al pasado lejano de los ramas, los análisis linguísticos de la lengua de estos grupos indígenas, han permitido establecer que pertenecían directamente al tronco Chibcha. Se les asocia a los Chibchas de Costa Rica, específicamente con los grupos Talamanca, los Guatusos y los Votos de ese país.

La base socioeconómica de los indígenas que poblaban la Costa Caribe de Nicaragua, era la caza, la pesca y la recolección de frutos, sin descartar la práctica de la agricultura que era primitiva específicamente de tubérculos.

La unidad básica de la sociedad era la familia, entendiéndose como una asociación de matrimonios, unidos por lazos sanguíneos. La sociedad era prácticamente igualitaria, no tenían estructura social compleja para gobernarse.

Un personaje de particular importancia era el sukia, a quien se le atribuían poderes especiales, tales como curación de enfermos, expulsión de los malos espíritus, predicción de algunas eventualidades como huracanes y del éxito o fracaso de alguna expedición. No tenían una religión organizada con dogmas y ritos, pero si creencias sobre el mundo invisible.



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